¿Qué es la fobia social?

La fobia social es un trastorno de ansiedad que se caracteriza porque la persona experimenta un intenso malestar ante situaciones sociales. La principal causa de este intenso malestar es la aprehensión a ser evaluado por otros. Hay un temor a actuar de forma humillante y vergonzosa y a que las señales físicas de la ansiedad sean visibles por los demás. La persona no experimenta dicho malestar cuando se enfrenta a la misma actividad de forma individual.

Este miedo provoca evitación de estas situaciones dando lugar a interferencias en la vida de la persona. Suele iniciarse en la adolescencia (aunque también se puede dar en la niñez o adultez).

Los síntomas que dan la señal de alerta pueden ser:

  • Temor a situaciones sociales donde la persona se siente que puede ser evaluado.
  • Angustia ante esa evaluación y que los demás se den cuenta de ese temor por las señales físicas que puedan aparecer.
  • Temor a interactuar con personas extrañas, no habituales o figuras de autoridad.
  • Evitar situaciones sociales.
  • Ansiedad en los momentos previos a situaciones que deben enfrentar.
  • Análisis minucioso y crítico posterior a la situación social.
  • Anticipación de consecuencias negativas de las situaciones sociales.
  • Además, las personas que sufren esta fobia se enfrentan a síntomas físicos propios de los trastornos de ansiedad (palpitaciones, temblores, sudoración, malestar estomacal, mareos, tensión muscular, etcétera).
  • Suelen evitar dichas situaciones lo que conlleva a confirmar sus creencias erróneas de las situaciones sociales.

¿Cuáles son los factores que influyen en el desarrollo de la fobia social?

Varios son los factores que pueden interactuar en el desarrollo de la fobia social:

  • Factores biológicos. Los antecedentes familiares de trastornos de ansiedad parecen estar implicados en la herencia hacia una vulnerabilidad biológica de inhibición conductual.
  • Factores educacionales. Patrones de educación rígidos o excesivamente protectores propician la aparición de estos trastornos por la falta de exposición a distintas situaciones.
  • Baja tolerancia a la incertidumbre.
  • El neuroticismo y la introversión ayudan a desarrollar ansiedad en las situaciones sociales.
  • Déficit en el procesamiento de experiencias sociales. Existe una tendencia a la evaluación de la situación social como negativa que hace que la persona se enfrente a las situaciones con limitadas habilidades y creencias negativas, confirmando los patrones previos y las expectativas negativas ante la situación.
  • Nuevas experiencias sociales. La ansiedad que le supone las nuevas experiencias limitan los recursos de la persona anticipando consecuencias negativas.
  • Baja autoestima. El autoconcepto y como se ve la persona respecto a los demás influye en las expectativas y en la forma de enfrentar la situación.
  • La incapacidad que tienen de adaptarse a las situaciones novedosas conlleva una dificultad para el desarrollo normal de la persona.
  • Habilidades sociales. La existencia de déficits en las habilidades de comunicación y asertividad dificulta la resolución correcta de las situaciones sociales.
  • Creencias irracionales y distorsiones cognitivas. Respuestas de escapa y evitación que reportan un beneficio a corto plazo porque disminuye la ansiedad supone un incremento por la confirmación de estas creencias irracionales.
  • Dificultades de aprendizaje. Estas dificultades provocan una autoimagen negativa de sí mismos que pueden generalizarse al plano social.
  • Autoexigencia excesiva ante logros académicos o sociales. Esta autoexigencia excesiva lleva a una crítica desproporcionada y a una valoración de las señales físicas internas y externas como peligros reales.

Todos estos factores no son agentes causantes de la fobia social sino factores predisponentes, es decir, la interacción entre ellos pueden derivar en el desarrollo de dicho trastorno. Tal es así, que debemos considerar a la persona como un todo global, teniendo en cuenta todos los agentes y contextos donde se desarrolla el individuo para llevar a cabo una intervención eficaz.

Noelia López Franco. Psicóloga

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