Cuando la frustración se convierte en una limitación

La frustración en sí misma es el sentimiento que surge cuando no puedes satisfacer un deseo o conseguir una meta. A nivel emocional aparecen sentimientos como la ira, el enfado, la ansiedad o la tristeza.

El medio en el que se desarrolla el ser humano lleva implícito la imposibilidad de satisfacer todos sus deseos. Cuando esto ocurre surge la necesidad de tener la capacidad de manejar esas molestias generadas por situaciones adversas, problemas o limitaciones. Es lo que llamamos TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN. Es decir, la capacidad de aceptar el desequilibrio que puede aparecer entre mis expectativas y la realidad.

¿Qué factores influyen en esa baja tolerancia a la frustración?

  • El temperamento. El temperamento es la disposición biológica de la personalidad, es decir, las habilidades innatas, aquellas con las que nacemos.
  • La necesidad de inmediatez y las condiciones sociales. Inmersos en un mundo donde vivimos el YA como necesidad nos lleva a frustrarnos cuando se demoran las gratificaciones o respuestas.
  • Dificultades de expresión emocional. La incapacidad para identificar, nombrar o expresar emociones de manera correcta y la idea (errónea) de evitar emociones desagradables nos lleva a acumular tales emociones y potenciar esa baja tolerancia a la frustración.
  • Poseer un sistema de creencias con pensamientos distorsionados. No adecuar nuestros pensamientos a la realidad hace que nos formemos unas expectativas poco realistas y objetivas. A su vez, se reinterpreta las emociones de manera incorrecta dando lugar a emociones desagradables.
  • No ser capaz de acomodar un cambio genera un bloqueo en la capacidad de poner en marcha nuevas estrategias para resolver los acontecimientos inesperados.
  • Déficit en autocontrol. Estos déficits nos llevan a poner en marcha herramientas de formar no deliberadas donde no se tiene en cuenta los pros y contra que conllevan, con la consiguiente consecuencia negativa.
  • Estilos educativo sobreprotectores. Estilos de crianza que limiten la posibilidad de experimentar situaciones negativas lleva a limitar la capacidad de adquirir nuevas y necesarias herramientas para hacer frente a todo tipo de situaciones y sus consecuencias.

¿Cómo se manifiesta la baja tolerancia a la frustración?

  • Comportamientos impulsivos. Personas exigentes, demandantes o impacientes.
  • Expresión de emociones de manera exagerada.
  • Experimentan tendencia a la ansiedad o depresión.
  • Baja asertividad y empatía.
  • Búsqueda de gratificación inmediata.
  • Pensamientos distorsionados (resaltar la parte negativa de las situaciones).
  • Excesiva necesidad de control.
  • Tendencia a pensamientos dicotómicos (todo-nada, bien-mal).
  • Fácil desmotivación.
  • Déficits en las funciones ejecutivas (planificación, organización).

La tolerancia a la frustración, aunque si bien posee una parte innata, es una habilidad que se puede desarrollar y aprender a lo largo de nuestras vidas. Son numerosas las estrategias destinadas a ello y una etapa importante para desarrollarla es desde la infancia donde se van adquiriendo patrones de conducta que el ser humano va perfeccionando a lo largo de la vida. El desarrollo de esta capacidad hace al individuo más activo y capaz para desarrollar habilidades de resolución de problemas. Por lo tanto, es importante proveer desde etapas tempranas de estas herramientas propiciando comportamientos más adaptativos y prosociales, desde la sistémica completa en la que se desarrolla el individuo.

Noelia López Franco. Psicóloga

 

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